
La varicela es una enfermedad muy contagiosa causada por el virus de la varicela-zóster (VVZ), mientras que el herpes zóster se refiere a la enfermedad causada por la reactivación, décadas después, del VVZ.
La vacuna contra la varicela fue desarrollada por el virólogo japonés Michiaki Takahashi en el Instituto de Investigación de Enfermedades Microbianas de la Universidad de Osaka (Japón). Fue aprobada para su uso generalizado en Japón en 1986 y en España en el año 1998. La vacuna contra el virus de la varicela es una vacuna viva atenuada, lo que significa que contiene una forma debilitada del virus varicela-zóster (VZV).
La vacuna se administra mediante inyección subcutánea, generalmente en el brazo o el muslo. El esquema habitual incluye dos dosis: la primera se aplica entre los 12 y 15 meses de edad, mientras que la segunda se recomienda entre los 4 y 6 años para garantizar una protección más duradera. En el caso de adolescentes y adultos que no hayan padecido la enfermedad ni recibido la vacuna, se aconsejan dos dosis con un intervalo de 4 a 8 semanas.
En cuanto a la eficacia, una dosis tiene una efectividad del 85-90% para prevenir la varicela, mientras que dos dosis aumentan la protección a más del 95%, disminuyendo también la gravedad en caso de que la enfermedad llegue a desarrollarse.
Esta vacuna está indicada principalmente para niños, adolescentes y adultos que no hayan tenido la enfermedad ni hayan sido vacunados. También se recomienda para personas en contacto cercano con individuos inmunodeprimidos, quienes no pueden recibirla directamente debido a que contiene un virus vivo.
Sin embargo, existen ciertas contraindicaciones. La vacuna no debe administrarse a mujeres embarazadas, personas con inmunosupresión severa, ni a aquellas con alergia a algún componente de la fórmula. Además, si una persona tiene una enfermedad febril aguda, se suele posponer la vacunación hasta su recuperación.
Los efectos secundarios suelen ser leves e incluyen molestias en el sitio de la inyección, como dolor, enrojecimiento o hinchazón, así como fiebre baja o pequeñas erupciones cutáneas similares a la varicela. En casos muy raros, puede ocurrir anafilaxia o infecciones en el lugar de aplicación.
En resumen, la vacuna contra la varicela es una herramienta segura y eficaz que ha contribuido a reducir drásticamente la enfermedad y sus complicaciones graves. Es fundamental seguir los esquemas de vacunación recomendados para garantizar la protección tanto a nivel individual como comunitario.



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