La guerra fría fue un enfrentamiento político, ideológico y social entre los dos gigantes del momento, la Unión Soviética y los Estados Unidos de América. El comunismo y el capitalismo se vieron las caras en una etapa de espionaje y contraespionaje marcado por la tensión, tras la caída del Tercer Reich en 1945. Tanto soviéticos como estadounidenses se batieron en una carrera tecnológica y armamentística en la cual la importancia de la guerra biológica no pasó desapercibida.
En Maryland (EE. UU.) se creó el Centro de investigación Fort Detrick (USAMRIID, U.S. Army Medical Research Institute of Infectious Diseases). Inicialmente, este centro de investigación se usó para el desarrollo de armas biológicas contra la URSS, hasta 1969, cuando el presidente estadounidense Richard Nixon terminó con el programa de investigación y desarrollo de armas biológicas, así como su uso. Pasó a ser entonces un centro de investigación con fines defensivos, es decir, para el desarrollo tanto de vacunas como de diagnósticos o tratamientos.

FIGURA 1: USAMRIID, U.S. Army Medical Research Institute of Infectious Diseases. USG, Public domain, via Wikimedia Commons (https://commons.wikimedia.org/wiki/File:USAMRIID3.jpg)
Tres años después entra en vigor el Tratado sobre la Prohibición de Armas Biológicas (BWC), el cual, como su propio nombre indica, prohibía el desarrollo, producción, almacenamiento y adquisición de armas biológicas o toxinas, así como, obligaba a la destrucción o reconversión de todos los arsenales, equipos y medios de producción. Además, prohíbe transferir la tecnología, materiales o conocimientos y avocaba por la cooperación internacional.
La Unión Soviética, a su vez contaba de una importantísima agencia de guerra biológica llamada Biopreparat, fundada en la década de los 70. Constaba con aproximadamente 30.000 empleados, que se dedicaron a investigar y producir armas biológicas. Esta agencia, violó flagrantemente el Tratado de Prohibición de Armas Biológicas ya que siguió con su actividad de manera indiscriminada, pero escondida a los ojos del resto del mundo.
De hecho, una fuga mortal de antráx (el incidente de Sverdlovsk) destapó estas actividades realizadas por el bando soviético, los cuales ocultaron la información y tacharon las noticias (semanario Der Spiegel, 1980) de propaganda anticomunista. Estos, años después, se manifestaron dando una explicación (harina de hueso contaminada) la cual fue desmentida por el coronel Ken Alibek, que desertó a los EE. UU. tras la caída de la URSS en 1992, certificando la fuga.

FIGURA 2: Coronel Ken Alibek. USG: NIH, Public domain, via Wikimedia Commons (https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Alibek.jpg)
La Operación Whitecoat (1954-1973) fue programa de investigación médica realizado por el ejército de los Estados Unidos en Fort Detrick (Maryland), en el cual se realizaron experimentos con voluntarios, soldados registrados como objetores de conciencia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, para el desarrollo de vacunas frente a las armas biológicas que rondaban la Guerra Fría. Estas vacunas comprendían desde la fiebre amarilla hasta incluso la encefalitis equina, pasando por la hepatitis A, la fiebre del valle del Rift, la fiebre Q, la peste o la tularemia.
Tras la Segunda Guerra Mundial, se instauró el Código de Núremberg, que establecían una serie de puntos éticos con respecto a la experimentación de seres humanos (resultado de los juicios contra los abusos cometidos por los médicos nazis), debido a esto, los aproximadamente 2300 soldados adventistas, se propusieron como voluntarios para estas pruebas. Estos voluntarios eran infectados de forma controlada para después ser tratados con antibióticos o vacunas en proceso experimental.

FIGURA 3: Código de ética médica de Núremberg. See page for author, Public domain, via Wikimedia Commons. (https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Doctors%27_trial_judges.jpg)
Existía un consentimiento informado, así como podían retirarse en cualquier momento. Fue supervisado por los médicos militares al igual que por los representantes de la Iglesia Adventista, siendo público para la comunidad adventista, ya que se llegaron a dar artículos y lecciones religiosas que consideraban este acto como servicio patriótico y/o humanitario. Este programa terminó en 1973, con el fin del servicio militar obligatorio en Estados Unidos y con la firma del Tratado sobre Armas Biológicas.

FIGURA 4: Consentimiento informado de la Operación Whitecoat. US Army, Public domain, via Wikimedia Commons (https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Consent_Form,_Operation_White_Coat.jpg)
El primer gran logro de este proyecto fue el desarrollo de una vacuna para la fiebre Q (Coxiella burnetti),en 1954, usada como medida de defensa para personal de laboratorio y tropas expuestas. Esta vacuna de tipo inactivada y los estudios alrededor, fue la precursora de la actual vacuna astrualiana Q-Vax .
Según documentos del ejército estadounidense (Project Whitecoat: A History”, USAMRIID, 1974), el éxito de esta vacuna promovió que el departamento de defensa autorizara más experimentos con voluntarios humanos en futuros estudios.
Otro de los principales trabajos estuvo centrado en la tularemia (1964), enfermedad causada por la bacteria Francisella tullarensis. Estos voluntarios eran expuestos a dosis controladas de este patógeno para así poder determinar cuál era la mínima dosis infecciosa vía inhalatoria y determinar la eficacia de vacunas y antibióticos. Después de desarrollar los síntomas, algunos recibían tratamiento (tetraciclina o estreptomicina) mientras que otros habían sido previamente tratados e inmunizados con una vacuna experimental atenuada de cepas menos virulentas de F. tularensis. Hoy en día, la única base empírica directa sobre turalemia neumónica en humanos son los datos recogidos en este proyecto Whitecoat.
Para la vacuna de contra la Encefalitis Equina Venezolana (1964), se desarrolló una vacuna viva atenuada conocida como cepa TC-83, que demostró ser segura y efectiva. En el año 69, aunque la vacuna fue probada con fines de defensa humanos, sirvió para salvar la vida de miles de caballos, inmunizándolos contra el virus.
Durante este periodo, la importancia del desarrollo de armas biológicas fue clave para entender el contexto del desarrollo de algunas vacunas como las anteriormente mencionadas con el fin de proteger, tanto a los soldados como a la población civil frente a la amenaza biológica que proponía la unión soviética. Se consiguieron grandes avances “gracias” a estas tensiones provocadas por los dos bandos.
BIBLIOGRAFÍA:
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Available at: https://scholarworks.lib.csusb.edu/history-in-the-making/vol3/iss1/6
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