Las vacunas de ARN mensajero, conocidas como vacunas de ARNm, representan una de las innovaciones más importantes en la inmunización moderna. Su funcionamiento se basa en el uso de una molécula sintética de ARNm que contiene la información necesaria para que nuestras células produzcan temporalmente una proteína específica del patógeno frente al cual se desea generar protección. Esa proteína actúa como antígeno y, al ser reconocida como extraña, desencadena una respuesta inmunitaria que prepara al organismo para defenderse en caso de una infección real. A diferencia de las vacunas tradicionales, esta estrategia no introduce el microorganismo ni partes infecciosas del mismo en el cuerpo, sino únicamente la información genética necesaria para fabricar el antígeno, lo que proporciona un perfil de seguridad muy elevado. Esta tecnología, enmarcada dentro de las vacunas de ácidos nucleicos, alcanzó gran relevancia con las vacunas desarrolladas contra la COVID-19 en 2020, consolidando su importancia científica y médica.
Cuando el ARNm encapsulado en nanopartículas lipídicas entra en la célula, no penetra en el núcleo ni interacciona con el ADN humano. Permanece en el citoplasma, donde los ribosomas leen la secuencia y sintetizan la proteína viral especificada. Posteriormente, el ARNm se degrada de forma natural, como ocurre con cualquier ARNm endógeno. La proteína producida se presenta al sistema inmunitario, lo que induce la formación de anticuerpos y la activación de linfocitos T capaces de reconocer y eliminar células infectadas en un futuro contacto con el virus.

Una de las principales ventajas de las vacunas de ARNm es la rapidez con la que pueden desarrollarse. Una vez identificada la secuencia genética del patógeno, los laboratorios pueden diseñar y producir un ARNm que codifique la proteína diana en muy poco tiempo. Durante la pandemia de COVID-19 esto se evidenció claramente, ya que apenas semanas después de la publicación de la secuencia genética del SARS-CoV-2 ya existían candidatos vacunales. Las vacunas de Pfizer-BioNTech y Moderna, que codificaban la proteína Spike del coronavirus, mostraron eficacias superiores al 90 % en los ensayos clínicos iniciales y demostraron la capacidad de esta plataforma para responder con rapidez a una emergencia sanitaria global.
Además de su rapidez y eficacia, las vacunas de ARNm presentan otras ventajas relevantes. No contienen virus vivos ni adyuvantes tóxicos, lo que las hace adecuadas incluso para personas con sistemas inmunitarios comprometidos. Al no depender del crecimiento celular o viral, su fabricación es más flexible y escalable que la de las vacunas tradicionales. Otro aspecto clave es su versatilidad, ya que si el virus sufre mutaciones relevantes, como ocurrió con las distintas variantes del SARS-CoV-2, la secuencia del ARNm puede modificarse para adaptar y actualizar la vacuna de forma mucho más ágil que con los métodos clásicos.
Pese a sus ventajas, esta tecnología también presenta algunas limitaciones. Una de las más conocidas es la necesidad de condiciones estrictas de almacenamiento. La vacuna de Pfizer-BioNTech, por ejemplo, requirió temperaturas ‘ultra-bajas’, en torno a −70 °C, lo que representó un desafío logístico considerable, especialmente en regiones con menor infraestructura sanitaria. Asimismo, estas vacunas suelen administrarse en más de una dosis, lo que exige una planificación rigurosa para garantizar la adherencia al esquema completo. Aunque su perfil de seguridad es excelente, se trata de una tecnología relativamente reciente en su aplicación masiva, por lo que la vigilancia y la investigación continuada resultan fundamentales.
La experiencia con la COVID-19 ha demostrado que las vacunas de ARNm no solo son capaces de controlar una pandemia, sino que también abren la puerta a nuevas aplicaciones terapéuticas. En la actualidad se desarrollan candidatos basados en esta tecnología para prevenir otras enfermedades infecciosas y para tratar patologías como el cáncer. En este último caso, el ARNm permitiría diseñar vacunas personalizadas que enseñen al sistema inmunitario a reconocer y destruir células tumorales específicas. El principio fundamental de las vacunas oncológicas de ARNm consiste en aprovechar la misma tecnología que instruye a las células para producir proteínas concretas, pero orientada a generar una respuesta inmunitaria frente a las células malignas. Los tumores acumulan mutaciones que originan proteínas alteradas llamadas neoantígenos, exclusivas de las células cancerosas y ausentes en las células sanas. El ARNm puede codificar estos neoantígenos, de modo que el sistema inmunitario aprende a reconocerlos y atacarlos selectivamente, ofreciendo una estrategia terapéutica precisa y personalizada, diferente de las vacunas preventivas tradicionales.
Diversos ensayos clínicos recientes han demostrado resultados alentadores en este ámbito. En un estudio publicado en la revista Nature en 2023, una vacuna de ARNm personalizada administrada a pacientes con melanoma, en combinación con inmunoterapia anti-PD-1, redujo significativamente el riesgo de recaída y mejoró la supervivencia libre de enfermedad en comparación con la terapia inmunológica estándar. Este enfoque combinado es especialmente relevante, ya que los tumores desarrollan mecanismos para evadir al sistema inmune, y la combinación de vacunas de ARNm con inmunomoduladores puede potenciar de manera sinérgica la eliminación de las células tumorales. También se están desarrollando vacunas de ARNm dirigidas contra antígenos tumorales compartidos en cáncer de páncreas, pulmón y glioblastoma, con resultados preliminares que confirman su potencial para inducir respuestas inmunitarias robustas y específicas.
A pesar de estos avances, los desafíos continúan siendo considerables. Entre ellos destacan la heterogeneidad tumoral, la capacidad del cáncer para modular el microambiente inmunológico, la necesidad de identificar neoantígenos altamente inmunogénicos y la complejidad logística asociada al diseño personalizado en plazos clínicamente relevantes.
En conclusión, las vacunas de ARNm constituyen un verdadero cambio de paradigma en la vacunología moderna. Combinan rapidez, seguridad, adaptabilidad y una sólida respuesta inmunitaria. Su éxito frente al SARS-CoV-2 ha demostrado su potencial transformador, y el desarrollo continuo de esta tecnología probablemente marcará una nueva etapa en la prevención y el tratamiento de enfermedades tanto infecciosas como crónicas y oncológicas.
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6. Moderna Inc. Moderna announces mRNA-4157 (V940) in combination with KEYTRUDA® reduces the risk of recurrence or death in melanoma patients by 44%. Press release; 2023 Apr 16. Available from: https://investors.modernatx.com
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