
En 1908, Robert Koch y Camille Guérin desarrollaron la tuberculina, un derivado proteico purificado de la bacteria Mycobacterium tuberculosis, causante de la tuberculosis. Inicialmente, la intención era sintetizar la primera vacuna contra la enfermedad, sin embargo, este descubrimiento resultó clave en el desarrollo de una prueba diagnóstica de la tuberculosis.
Tras la muerte de Koch, Guérin siguió trabajando en el desarrollo de una vacuna junto a Albert Calmette. En 1921, desarrollaron la única vacuna existente contra la tuberculosis: el bacilo de
Calmette-Guérin (BCG), que consiste en una cepa atenuada de Mycobacterium bovis, que produce la enfermedad en vacas. Presenta capacidad de activar la respuesta inmune del hospedador sin producir la enfermedad.
La vacuna resulta polémica ya que es la única comercializada para prevenir la tuberculosis y tiene ya más de 100 años. Se considera ineficaz en adolescentes y adultos, siendo estos los más afectados por la forma transmisible de la enfermedad. Además, la protección que brinda pierde eficacia con el tiempo, de modo que no evita ni que una persona se infecte ni que se detenga de manera efectiva la transmisión de la enfermedad. Hay que destacar que la prueba de la
tuberculina interfiere con la vacuna BCG.
La prueba de la tuberculina (PT) es el método más útil en el diagnóstico de la infección tuberculosa, tanto en niños como en adolescentes.

La BCG interfiere con la PT ya que M. bovis presenta numerosos antígenos comunes con otras micobacterias y puede inducir hipersensibilidad tuberculínica. En condiciones normales, el 90% de las personas infectadas responden a la inyección con el desarrollo de induración de más de 10 mm; para determinarla, se hace mediante palpación e inspección y se anota el diámetro transversal.
Hay que destacar la existencia del llamado efecto “booster” o efecto refuerzo. Cuando una persona tuvo una infección tuberculosa antigua o fue vacunada con BCG, su sistema inmune desarrolló una “memoria” frente al bacilo, pero con el tiempo esa respuesta puede debilitarse. Si se realiza la prueba de la tuberculina, es posible que la primera vez el resultado sea negativo o débil porque la memoria inmune está “adormecida”. Sin embargo, esta primera prueba puede reactivar el sistema inmunitario, de modo que, si se repite la prueba unos días o semanas después, el resultado puede ser positivo. No significa que la persona se haya contagiado recientemente, sino que la prueba ha estimulado una respuesta inmunitaria antigua.
La vacunación con BCG también puede producir una respuesta significativa. Es imposible diferenciar clínicamente una reacción debida a la vacunación previa o a la infección tuberculosa; sin embargo, las reacciones a la BCG son con frecuencia menores de 10 mm de induración y tienden a descender con el tiempo. También hay dudas con respecto a la duración en el tiempo de la inmunidad conferida por la vacunación con BCG, dependiendo entre otras cosas de la cepa utilizada.
Por esta razón debe practicarse la prueba de la tuberculina a las personas vacunadas y deben considerarse en la estadificación clínica contactos cerrados con un paciente tuberculoso y con una reacción de 5 mm como infectados, al igual que las reacciones mayores de 10 mm. En otras palabras, no se deberá asumir que la vacunación con BCG confiere inmunidad.
En 2023 la tuberculosis volvió a ocupar el primer lugar entre las enfermedades infecciosas más letales del mundo. Enfermaron 10,8 millones de personas en el mundo muriendo aproximadamente 1,25 millones.
En este momento, existen tres vacunas que se encuentran en fase 3 de ensayos clínicos, siendo la mejor posicionada la vacuna española desarrollada por la Universidad de Zaragoza. Se comenzó la investigación hace 25 años y se espera que para 2029 sea posible su comercialización.
La vacuna española, se desarrolló a partir de la bacteria M. tuberculosis. Mediante ingeniería genética se ha eliminado el gen que la hace contagiosa. Esta vacuna tiene potencial para sustituir a la BCG y para ofrecer protección tanto en recién nacidos como en adultos; se espera que sea un 50% más efectiva que la BCG.
Autora: Laura Casas Fernández
La vacuna española contra la tuberculosis aspira a ser un 50% más eficaz que la actual en recién nacidos. (s/f). Gob.es. Recuperado el 13 de octubre de 2025, de https://www.sanidad.gob.es/gabinete/notasPrensa.do?id=6668
Ortiz de Barrón, A. C., Lado Lado, F. L., Golpe Gómez, A., & Ferreiro Regueiro, M. J. (2002). Pruebas cutáneas y tuberculosis: aplicación e indicaciones en la profilaxis, con especial incidencia en la coinfección con el VIH. Medicina Integral, 39(5), 216–224. https://www.elsevier.es/es-revista-medicina-integral-63-articulo-pruebas-cutaneas-tuberculosis-aplicacion-e-13029947
Pérez, R. P., Cilleruelo Ortega, M. J., & Mellado Peña, M. J. (2014). Influencia de la vacunación con BCG en la interpretación de la prueba de tuberculina. Anales de Pediatría Continuada, 12(2), 74–77. https://doi.org/10.1016/s1696-2818(14)70172-6
Figura 1 : imagen obtenida de https://www.gaceta.unam.mx/la-tuberculosis-aun-grave-problema-de-salud-publica/
Figura 2: imagen obtenida de https://www.gaceta.unam.mx/la-tuberculosis-aun-grave-problema-de-salud-publica/



Deja un comentario