La poliomielitis es una enfermedad infecciosa causada por el virus de la polio. Este afecta principalmente al sistema nervioso. Las personas que más lo contraen son los niños. Desde 1948 hasta 1955 se produjeron varias epidemias a causa de este virus. Como consecuencia, la gente evitaba las aglomeraciones y los actos públicos. En el Hospital Saint Marys, en Rochester (Minnesota), muchos de los afectados eran tratados en la unidad de aislamiento. El número de contagios era tan alto e iba aumentando que cada vez se requería más personal. A causa de esto, se hizo necesario el desarrollo de una vacuna contra dicho virus.
La vacuna de la poliomielitis fue desarrollada por Jonas Salk y colaboradores. En 1947, en el Laboratorio de Investigación Virológica de la Universidad de Pittsburgh, comenzó a investigar sobre el poliovirus con el objetivo de producir una vacuna.
Para la primera vacuna inactivada de la poliomielitis (VPI), Salk utilizó células de riñón de mono en las que cultivó los virus y gracias a la aplicación de la formalina los inactivó. En el año 1952 llevó a cabo las primeras pruebas en humanos entre los cuales se encontraban él mismo y su familia. Salk observó que la producción de los anticuerpos era adecuada sin que hubiera ningún caso de enfermedad. Al año siguiente publicó los resultados y, en 1955, la VPI fue comercializada en Estados Unidos.
En el año 1978, el Instituto Rijks de Holanda mejoró la técnica de cultivo y gracias a ello desarrolló una nueva vacuna más potente contra la enfermedad. Fue denominada “vacuna inactivada de potencia aumentada”. Posteriormente, en Estados Unidos, Canadá y algunos países europeos, se comenzó a vacunar a la población infantil a través de campañas masivas. Por el contrario, en España no fue posible a causa de su elevado coste. Solo se vacunaban individualmente o grupos que contaban con una subvención de la beneficencia. En 1959, la Dirección General de Sanidad ofreció de manera gratuita la vacunación a la beneficencia municipal y a las personas que tuvieran un bajo poder adquisitivo. Entre ese mismo año y 1963 se suministró la vacuna de Salk a niños con edades comprendidas entre 5 meses y 8 años en 3 dosis mensuales.

A principios de los años 60, surgió la vacuna oral atenuada (VPO) desarrollada por Albert Sabin. Esta se convirtió velozmente en la opción preferente, sobre todo en los países en desarrollo. La causa de ello fue el bajo coste, la fácil administración y la capacidad de generar la inmunidad intestinal gracias a la réplica del virus atenuado en el intestino y excretar mediante las heces, generando así una inmunidad de grupo debido a la “vacunación” indirecta a los contactos.
No obstante, también implicaba el riesgo a la aparición de casos de poliomielitis relacionada a la vacuna en los receptores y en personas que tenían contacto con ellos. Sin embargo, gran número de países optaron por la VPO, mientras que otros países siguieron optando por la VPI o combinaron las dos.
En el caso español, desde 1963, se llevaron a cabo campañas masivas con la VPO, logrando así una gran cobertura y reducción de la enfermedad.
La VPI es una mezcla trivalente que contiene los tres tipos de poliovirus inactivados con formalina, cuyas versiones modernas de potencia aumentada mantienen, desde su creación, la seguridad y la eficacia demostradas.
Esta vacuna es altamente efectiva, pues los estudios confirman que entre el 90% y el 100% de los niños desarrollan los anticuerpos necesarios tras las primeras dos dosis, y prácticamente el 100% lo consigue tras las tres dosis. Además, ofrece una inmunidad duradera que puede persistir en más del 90% de los vacunados incluso tras 25 años de la última dosis, como se observó en Suecia.
De hecho, en países como Finlandia, Islandia, Países Bajos o Suecia consiguieron erradicar la poliomielitis exclusivamente con la VPI.
Aunque los esquemas de vacunación varían globalmente, todos incluyen entre dos y tres dosis durante el primer año de vida y al menos un refuerzo entre los 6 y 12 meses siguientes.
Tanto la VPI y la VPO contribuyen a reducir la transmisión del virus por vía oral-oral, ya que los anticuerpos séricos generados por la VPI bloquean la colonización viral en la orofaringe, impidiendo su propagación. Respecto a la vía fecal-oral, la VPI también reduce la excreción del virus, aunque la VPO es más efectiva en este aspecto. Pese a las diferencias, ambas son cruciales para disminuir la circulación del poliovirus en la población, ofreciendo la inmunidad o protección comunitaria. La VPO al ser más potente en el bloqueo intestino, conlleva el riesgo de que el virus atenuado mute y revierta a una forma virulenta.

Una de las ventajas más destacadas de la vacuna inactivada es la seguridad y ausencia de casos de poliomielitis paralítica que está asociada a la vacuna. Esto último es un riesgo presente con la VPO a causa de las mutaciones de los virus atenuados.
Por otro lado, las desventajas más destacadas son la necesidad de administración inyectable y el mayor coste. A pesar de ello, hoy en día hay formulaciones combinadas que incluyen otras vacunas (DTP, hepatitis B o Hib) junto a la VPI que facilitan su inclusión en los calendarios de vacunación infantiles.
El éxito del programa mundial de erradicación de la poliomielitis promovido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha impulsado un renovado interés por la VPI, llevando a numerosos países a reemplazar progresivamente la VPO por la vacuna inactivada. Este cambio se debe a ala marcada disminución de los casos de polio por virus salvaje y la preocupante persistencia de brotes vinculados a cepas derivadas de la vacuna oral.
En el caso español, la transición a la VPI se aprobó oficialmente en noviembre de 2003 y se implementó en enero de 2004, adoptando un esquema de cuatro dosis administradas a los 2, 4, 6 y 15-18 meses de edad.
La poliomielitis ha entrado en una nueva fase definida por el éxito en la reducción global de casos y la eliminación del virus salvaje en regiones como el Pacífico Occidental, las Américas y Europa. Sin embargo, persisten riesgos significativos, incluyendo casos esporádicos y la circulación de poliovirus vacunales mutados derivados de la VPO en países como Haití, Filipinas o Madagascar, junto con la posibilidad de brotes por fallos en la contención de laboratorios, obligando así extremar la bioseguridad.
En este contexto, el futuro está orientado a la eliminación gradual de la VPO y la consolidación de la inmunización a través de la VPI, una transición que conlleva desafíos logísticos y científicos como la garantización de la producción y reservas estratégicas de VPI y el desarrollo de vacunas inactivadas basadas en cepas atenuadas más seguras.
La decisión final sobre las políticas de vacunación tras la erradicación del poliovirus salvaje será uno de los retos más complejos en la salud pública global, debido a que exige un equilibrio entre seguridad, coste, accesibilidad y una vigilancia epidemiológica permanente.
Autora: Lucía Gallego Rodríguez
Recursos y bibliografía
History of polio: Outbreaks and vaccine timeline [Internet]. Mayo Clinic. [citado el 12 de octubre de 2025]. Disponible en: https://www.mayoclinic.org/es/diseases-conditions/history-disease-outbreaks-vaccine-timeline/polio
Amo I. La vacuna inactivada de la polio. Atencion Primaria [Internet]. 2004 [citado el 12 de octubre de 2025];34(8):392–4. Disponible en: https://www.elsevier.es/es-revista-atencion-primaria-27-articulo-la-vacuna-inactivada-polio-13068210
Figura 1 imagen obtenida de: https://www.mayoclinic.org/es/diseases-conditions/history-disease-outbreaks-vaccine-timeline/polio
Figura 2 imagen obtenida de: https://vacunasaep.org/profesionales/noticias/polio-nueva-vacuna-atenuada



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